Entrevista
a Samir Amin
Gabriela
Roffinelli y Néstor Kohan
El pensador e investigador
egipcio Samir Amin constituye uno de los científicos sociales más importantes
del mundo. Sus libros son devorados con pasión en todas las universidades.
Hasta aquellos autores que cuestionan en forma terminante sus teorías, como por
ejemplo Toni Negri, no pueden dejar de reconocerle su seriedad y rigurosidad.
Pensando a contracorriente de las modas y los lugares comunes que los monopolios
de la comunicación han logrado instalar, Samir Amin sigue siendo un vehemente
antimperialista. Cuando dictó su conferencia en la Universidad de Buenos Aires
(8/8/2003) un estudiante lo interrogó sobre "el terrorismo". Era de
esperar. Ese es, precisamente, el caballito de batalla empleado por la
administración Bush para legitimar sus guerras e intervenciones militares. Amin
no dudó un segundo. En forma pausada, pero firme, le respondió que: "¡No hay que confundirse! ¡La lucha
armada no es sinónimo de terrorismo!".
En la siguiente entrevista, realizada poco antes de esa conferencia, recorre
los temas más variados: desde su análisis de la mundialización y el capitalismo
contemporáneo, hasta su vínculo con la teoría latinoamericana de la
dependencia, reconstruyendo, al mismo tiempo, su biografía
político-intelectual.
Mientras se reivindica en forma entusiasta como "un comunista"
-con el mismo orgullo que sentiría un joven de 17 años que recién se inicia en
la política, aunque él ya tiene 72- se pone a recordar, junto con su compañera,
las polémicas militantes de los años 50 y 60. La época de la clandestinidad y
el carácter precursor de sus primeros análisis teóricos. Con humildad reconoce
que su reflexión, hoy celebrada y estudiada a nivel mundial, no fue un invento
personal sino el producto de las preocupaciones de todos los revolucionarios de
África y Asia.
Como en este diálogo Samir Amin hace referencia a diversos autores,
personalidades y eventos históricos, hemos incorporado una serie de notas
aclaratorias para facilitar la lectura.
Militancia y
teoría: una misma pasión política
P: En sus análisis teóricos, incluso en los más tempranos, se deja oír
siempre el eco de la pasión política. ¿Su primera militancia política fue
comunista?
Samir Amin: ¡Si señor! ¡Yo he sido y sigo siendo un comunista! Me
considero como comunista, para mí la perspectiva comunista es la única
humanamente aceptable. Incluso he sido miembro del partido comunista, un
partido comunista que estuvo en la clandestinidad durante mucho tiempo…
P: ¿Esa militancia fue en el partido comunista francés?
Samir Amin: No, en el partido comunista de Egipto (allí milité desde
1951 hasta la desaparición del partido, en 1965). ¡El partido comunista en
Francia no estaba en la clandestinidad…! [Risas]. Aunque yo también fui miembro
del PC francés mientras estudiaba en Francia (desde 1947 hasta 1957, cuando me
marché de ese país).
P: En muchos de sus libros, usted analiza críticamente la experiencia
soviética y de algún modo rescata la de China. ¿Tuvo influencia maoísta?
Samir Amin: Bueno, por entonces, el PC egipcio era un partido muy
influido por la visión soviética. Con algunos problemas, quizás con tendencias
internas conflictivas, pero el conflicto apareció más tarde. Digamos que la
percepción de lo que fue este conflicto me parece comprensible más tarde. La
disputa se produjo entre una visión estratégica alineada con la posición
soviética y una concepción estratégica más independiente.
El conflicto chino-soviético se produce en el año 1957, antes de que estalle
oficialmente en 1960. Entonces me encontré muy atraído por las propuestas
chinas, por la visión china del orden internacional, por la concepción china de
la transición al socialismo y por lo tanto por el maoísmo.
P: ¿Qué balance haría hoy del maoísmo?
Samir Amin: Creo que el maoísmo representó un paso adelante en relación
con la visión soviética sobre las cuestiones de la transición. Cualquiera sea
el juicio que tengamos hoy sobre la Revolución Cultural
o el juicio que podamos tener en cuanto a la ingenuidad que hacía pensar que la
juventud, porque era "La
Juventud", podía ser el motor de una transformación
cualitativa de la sociedad, etc… me parece que los lemas y los objetivos que
proponía la
Revolución Cultural, fueron un intento de ir más allá del impasse
del comunismo soviético. Cuando Mao Tse Tung, en 1963, en la carta de los 25
puntos, dijo que el enemigo no está fuera del PC sino dentro del PC…
P: ¿La burocracia?
Samir Amin: ¡La burguesía! No la burocracia. La burguesía no es un
enemigo exterior. Mao dijo: "Estamos construyendo la burguesía". Creo
que, intuitivamente, era una visión muy justa. Ahora bien, ¿los maoístas del PC
chino de aquel momento pudieron extraer las conclusiones y realizar estrategias
eficaces? La historia nos demostró que no. Pero no hago mi propia autocrítica,
no digo "nos equivocamos". Digo que fue un paso hacia delante y que
con la distancia vemos las insuficiencias de este paso hacia delante. Y vemos
también las contradicciones escondidas por los análisis que se hacían en aquel
momento.
P: El maoísmo fue en aquella época muy influyente sobre la
intelectualidad occidental…
Samir Amin: Yo creo que sí. ¡Completamente!. Un fenómeno como mayo de
1968, en Europa, y quizás también acá, en América Latina, pero digamos en
Europa, un fenómeno así es impensable sin la influencia de la Revolución Cultural
china. Es la
Revolución Cultural del año 1966 la que dio lugar a esta
esperanza, con sus ilusiones… Estas esperanzas de transformación del mundo por
la juventud revolucionaria, con todos los problemas que planteó luego.
P: ¿En su primera juventud usted provenía de una familia con militancia
política?
Samir Amin: No, mi familia no era comunista. Pero digamos que del lado
de mi padre y del lado de mi madre, tomando en cuenta aquella época, eran
progresistas, en relación con las clases a las que pertenecían.
P: ¿Qué opinión y qué posición adoptó usted con respecto a Nasser (1) y
a su movimiento?
Samir Amin: En 1960 yo escribí mi segundo libro (el primero, publicado
en Egipto, había sido escrito en árabe en 1958). Al segundo lo publiqué en
1963, después de mi rápida partida de Egipto de 1960. Fue publicado bajo un
seudónimo: en aquel momento lo firmé con mi nombre de clandestinidad en Egipto.
Este libro es muy crítico del nasserismo.
Yo era un militante, no diría disciplinado, "tontamente
disciplinado", pero era un militante como cualquier otro. El PC egipcio,
al que pertenecía, fue muy crítico del nasserismo desde el golpe de estado de
1952 hasta 1955. Durante estos tres años, el PC fue muy crítico del nasserismo
y lo que se dijo del nasserismo en aquel momento - aunque hubo exageraciones-
no era falso.
Se ponía el acento sobre el carácter antidemocrático, anticomunista y no
socialista del nasserismo. Se enfatizaba su perspectiva nacional burguesa
reaccionaria. Luego, en 1955, se produjo la Conferencia de Bandung
(2) que significó un viraje en la historia de Asia y África. Esa
conferencia de Bandung permitió la cristalización de un frente antimperialista
nuevo, de los países no-alineados, con China de Mao Tse-tung, con India de Sri
Pandit Jawaharlal Nehru, con Egipto de Gamal Abdel Nasser, con Indonesia de
Sukarno, con Yugoslavia de (Tito) Josip Broz y con los movimientos de
liberación nacional de África, encabezados por Kwame Nkrumah de Ghana.
Esto permitió abrir un gran capítulo histórico de conflictos reales con el
imperialismo. En este conflicto anti-imperialista, los soviéticos se
posicionaron como aliados de estas nuevas potencias no alineadas dándoles su
apoyo… que no era un apoyo despreciable. ¡Les daban un apoyo militar! El
armamento y la diplomacia permitían neutralizar las agresiones del
imperialismo. Lo que sucede hoy en día no podía pasar en aquel momento. Esto
era un desafío real para los comunistas de estos países: ¿qué actitud adoptar
frente a los regímenes de esas sociedades?
Y entonces pasamos de un extremo al otro. En el caso de Egipto pasamos a un
acuerdo con Bandung, en abril de 1955. En junio de ese año, 1955, un documento
del PC egipcio denuncia de nuevo el nasserismo… y después pasamos a las
nacionalizaciones del 56. Llega la amenaza de agresión franco-anglo-israelita
(3) en octubre del 56, a
raíz de la nacionalización del canal de Suez, que se produjo el 26 de julio de
1956. Después del discurso de la nacionalización del canal de Suez (en julio)
aparece el primer documento del PC egipcio que hace una autocrítica -leída
desde hoy es muy ingenua- pero que es total. A partir de aquel momento, hubo un
año de acercamiento entre el PC egipcio y el régimen nasseriano. Estamos
hablando del año 57. No duró mucho tiempo. Porque el nasserismo y Nasser no
podían tolerar el riesgo de ser superados en la izquierda por el comunismo
egipcio. Entonces se pasó a la represión brutal. Una represión que, en su
momento, pareció como "poco comprensible". Incluso para los
comunistas. No pareció comprensible. Yo lo digo en mi libro egipcio de aquel
momento....
P: Usted es un crítico muy fuerte de la ideología eurocéntrica y el
europeísmo. Tiene incluso un libro especial dedicado a ese tema [El
eurocentrismo. Crítica de una ideología. México, Siglo XXI, 1989]. ¿Tuvo
alguna influencia de Frantz Fanon?
Samir Amin: No, para nada. Independientemente de la simpatía que pueda
tener -que tengo- por Fanon (4) y su política. Él ha estado muy marcado
por su nacionalidad del Caribe, con los problemas culturales específicos de
esta región. El título de su primer libro Piel negra, máscara blanca
[1952] indica claramente esta problemática. Fanon está preocupado por esta
cuestión de la identidad -que, dicho sea de paso, está muy de moda hoy en día-.
Para mí -no lo digo sólo como individuo-, sino para nosotros, comunistas y
nacionalistas de Asia y África, este problema no existe. No tenemos un problema
de identidad. Un chino es chino, un indio es indio, un egipcio es egipcio.
Nunca se preguntó "¿quién era?" o "¿quién soy?". No es un
problema de identidad. Ésa no era nuestra problemática.
Mi crítica del eurocentrismo, entonces, no se basa en ese nivel. Se fundamenta
en otro plano, a nivel de la historia de la formación de la ideología del
capitalismo. Hablo de capitalismo, nunca hablo de "occidente", no
hablo del "mundo occidental", yo hablo de centro capitalista. Y hago
énfasis sobre el corte que representa la cristalización de la ideología
capitalista en relación con las raíces europeas, con el culturalismo europeo
que atribuye a los europeos, por razones misteriosas, una
"especificidad" del cristianismo, formulada en términos no muy
distintos del Islam, el judaísmo, etc.
P: Entonces su crítica de la ideología eurocéntrica también difiere de
los trabajos de Edward Said?
Samir Amin: Sí, mi tesis es muy distinta, tanto de la perspectiva de
Frantz Fanon como de la de Edward Said. Aunque su libro Orientalismo
[1978] tiene cosas muy interesantes, está muy bien escrito, la crítica que hace
a gran parte de la literatura europea, principalmente, es una crítica justa.
P: ¿La diferencia entre su crítica al imperialismo y al eurocentrismo y
la crítica de Said tiene que ver con las mayores simpatías de Said hacia el
posmodernismo?
Samir Amin: Es cierto, Said es postmoderno, pero en el buen sentido. Él
es fundamentalmente culturalista. Said tiene un problema de identidad, él lo
dice incluso en sus libros de autobiografía.
P: ¿Cómo se vinculó a Paul Baran, Paul Sweezy y Leo Huberman, los
intelectuales reunidos en la revista de la izquierda norteamericana Monthly
Review ? ¿Cuándo empezó a publicar en aquella revista?
Samir Amin: Ya no lo sé muy bien, no lo recuerdo ahora con exactitud,
pero creo que fue después de 1968. No tengo muchas diferencias con ellos: ¡al
contrario! Una de mis primeras lecturas que aparece en mi tesis de 1957 es la
lectura de un libro de Paul Sweezy, que no era precisamente reciente. Era Teoría
del Desarrollo Capitalista [1942]. Baran desarrolló luego esta teoría con
la tesis de 1958 sobre el aumento del excedente y la reproducción por sector,
en la tradición de El capital de Marx. A mí me impresionó mucho esta
teoría. Me convenció y sigo con esta posición. Pienso que es un avance
cualitativo en el análisis marxista de la transformación del capitalismo
moderno. En relación con la teoría clásica, es decir, con la primera etapa del
análisis de Lenin sobre el imperialismo, el análisis de Sweezy del año 1942
constituye un avance cualitativo. Esta es la razón por la cual enseguida
simpaticé muchísimo con Sweezy, Baran y su revista Monthly Review.
P: A comienzos de los años 70
usted participó en Dakar de uno de los primeros encuentros internacionales que
reunió a científicos sociales y militantes latinoamericanos y africanos. ¿Con
qué finalidad se pensó aquel evento y en qué contexto se organizó?
Samir Amin: De hecho, tuve la oportunidad de ser director del Instituto
Africano de Desarrollo Económico a partir del año 1971. Una de mis primeras
preocupaciones fue romper el aislamiento relativo en el que el colonialismo
había ubicado a África en relación con América Latina y Asia. Entonces organicé
dos encuentros que fueron precursores. Uno de ellos, reunió a africanos y
latinoamericanos. Tuvo lugar en Dakar, Senegal, en el 71/72. De este encuentro
participaron los latinoamericanos Fernando E. Cardoso, Octavio Ianni, Enrique
Oteiza, Pablo González Casanova, Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini, María
Concepción Tavares, entre muchos otros.
¡Fue un descubrimiento por ambos lados! Entre los latinoamericanos y los
africanos no había intercambio, ni se conocían recíprocamente. Luego, al año
siguiente, organicé en Madagascar la primera reunión afroasiática del mismo
tipo. Allí creamos -digo "nosotros", en plural, porque yo no
trabajaba solo, sino con un conjunto de instituciones para consolidar este
movimiento- otra institución que sigue existiendo para África. En ese mismo
momento, el 15 de abril de 1973, en la época de Allende, en Santiago de Chile
creamos el Foro para el Tercer Mundo, del que festejamos el aniversario hace
poco. Ése era el contexto: era la época de Bandung, del Movimiento de países No
Alineados, de la Tricontinental…
P: ¿Usted participó de la Conferencia Tricontinental
en La Habana?
Samir Amin: No, yo no estuve en la Tricontinental en La Habana.¡Pero seguimos
de cerca este proceso, este movimiento de la Tricontinental! El
problema era que, mientras por Asia y África el Movimiento No Alineado
aglutinaba grandes partidos, en América Latina no era así. En Asia y África
existían partidos-Estados: el Partido Comunista Chino, el Partido del Congreso
en India, el Partido de Nasser en Egipto, el Partido en Vietnam.
Pero en América Latina no sucedía lo mismo. Por ejemplo, en el Movimiento de
los No Alineados de febrero de ese año se reunían Asia, África más Cuba… no más
América Latina. Solamente Cuba, como Estado, participa de este Movimiento.
Entonces la
Tricontinental y el OSPAAL para América Latina constituyeron
un intento de reunir los movimientos revolucionarios de América Latina, no los
Estados. Esa fue una diferencia política importante entre estos tres
continentes durante aquellas décadas.
Pensar el capitalismo contemporáneo
P: En Argentina el libro Imperio de Toni Negri y Michael Hardt ha
tenido una difusión realmente masiva. Allí Negri plantea la globalización como
"un proceso ineluctable, irresistible y que no tiene vuelta atrás".
¿Cómo ve usted, actualmente, la mundialización?
Samir Amin: ¡La mundialización no es algo nuevo! Yo diría, incluso, que
la mundialización es tan vieja como el mundo. Lo que hay que cuestionar, aquí,
es la globalización capitalista. O sea, la forma que adopta la mundialización
en el marco del despliegue, a escala mundial, del sistema capitalista. La fase
actual de mundialización sigue siendo una fase de mundialización en el marco
del capitalismo. Seguimos estando en ese marco, de la misma manera que los
estadios anteriores de la mundialización, ya desde la conquista europea de
América, son fases sucesivas de la mundialización capitalista. La fase actual
no presenta ninguna característica que nos permita decir que se trata de una
mundialización ubicada más allá del capitalismo.
P: ¿Y Negri?
Samir Amin: Mí crítica a Toni Negri es, principalmente, sobre este
punto. Pienso, y lo he escrito, que el ángulo de Toni Negri es un punto de
vista totalmente acorde con la ideología dominante, la del neoliberalismo, la
del capitalismo. Aquella que nos quiere hacer aceptar la forma capitalista de la
mundialización como la única forma posible. La "forma ineluctable" de
la mundialización o globalización.
P: ¿No cambió nada en el proceso de la mundialización?
Samir Amin: Mi tesis es que hay algo nuevo. ¡Yo no niego que haya algo
nuevo! Sí, en la etapa actual de la mundialización, aunque sea capitalista,
existe algo nuevo: la transformación del imperialismo. Pasamos de un sistema
imperialista en el cual había un imperialismo caracterizado por la coexistencia
de potencias capitalistas que estaban en competencia entre sí, con conflictos
permanentes y violentos, a un imperialismo colectivo basado en una tríada.
P: ¿Esta transformación cualitativa es definitiva en el marco del
capitalismo o simplemente coyuntural?
Samir Amin: Yo pienso que es definitiva, porque hoy en día se
corresponde con un enorme grado de centralización del capital. Dicha
centralización impone al capital de los oligopolios, el de las grandes empresas
y transnacionales, que tengan acceso al mercado mundial en forma inmediata y
directa. No pueden desarrollar su competitividad en los mercados regionales o
nacionales. Necesitan tener acceso al mercado mundial. Quizás, sé que algunos
lo dijeron, esto se asemeja al "superimperialismo" o
"ultraimperialismo" de Karl Kautsky. ¿Por qué no? Él también proyectó
la tendencia mundial a la centralización del capital. Quizás no tenía razón a
principios de siglo, en el sentido de que no existía una unificación del
imperialismo mundial. Fue Lenin quién tuvo razón. El período todavía se
caracterizaba por la relación violenta entre los imperialismos y la primera
guerra mundial fue su clara expresión.
Pero hoy, más de 90 años después de aquella polémica, llegamos a un grado de
centralización que impone y que otorga al imperialismo este carácter colectivo.
Entonces hay que ver y profundizar en las relaciones económicas y políticas
existentes entre los distintos socios de este imperialismo colectivo. Dentro de
este marco los Estados Unidos no disponen de ventajas que le puedan dar una
competitividad económica, una ventaja enorme en relación con sus competidores.
Incluso, se trata de lo contrario: la posición económica de los EEUU es muy
vulnerable. La prueba está en el déficit constante que tiene su balanza
comercial. Nada demuestra que los distintos segmentos del sistema productivo
norteamericano dispongan de ventajas competitivas en relación con sus
competidores europeos y japoneses. No solamente con ellos sino también con los
países del tercer mundo recién industrializado, como China, India y quizás
Brasil (si elige una vía de desarrollo un poco más ofensiva). Incluso, en el
área agrícola, EEUU no dispone de más competitividad frente a Europa y al Cono
Sur de América Latina.
P: ¿Cómo explicar la agresividad político-militar de Estados Unidos?
Samir Amin: Yo creo que el proyecto del hegemonismo norteamericano se
ubica justamente en este marco. La elección de la clase dirigente de los EEUU
de militarización, de "guerra preventiva", de guerra continua e
"infinita", inclusive, no es la expresión de una superioridad, ni la
punta del iceberg detrás de la que se esconden ventajas económicas de los EEUU.
Por el contrario, constituyen un medio para compensar su vulnerabilidad en el
plano económico, utilizando su ventaja comparativa efectiva en el área del
armamento. Por eso eligen esta guerra permanente. Para obligar a Europa y Japón
a que sigan siendo sus vasallos, para que continúen alineándose con la política
hegemónica de EEUU y financien las guerras norteamericanas. Como sucedió hasta
ahora a través de la exportación de capitales permanentes hacia los EEUU.
P: Entonces no estamos ante un "Imperio", donde EEUU y Brasil,
Inglaterra y la India,
serían sociedades equivalentes, diferenciadas únicamente en términos
cuantitativos…
Samir Amin: ¡Por supuesto que no! Esa tesis de Negri es exactamente lo
opuesto a lo que acabo de describir como un imperialismo colectivo. Su tesis
pertenece al discurso dominante. Creer en "el Imperio" como una
sociedad en la que las relaciones ya no son relaciones de fuerza, borra
totalmente la realidad.
P: ¿Qué función cumple el ALCA en ese proceso de militarización del
mundo, implementado por EEUU para subsanar su debilidad?
Samir Amin: El imperialismo colectivo de la tríada ya implementó, desde
hace mucho tiempo, los instrumentos de su gestión colectiva del orden económico
mundial. El principal instrumento es la Organización Mundial
de Comercio (OMC). No es el Banco Mundial (que yo llamo el Ministerio de la Propaganda del G7), ni
el FMI. Este último no administra las relaciones de las tres monedas
principales: Dólar, Euro y Yen. En realidad, es una autoridad monetaria
colonial colectiva que administra a los otros: las monedas y los sistemas
monetarios de las periferias.
Pero la OMC no es
una organización mundial del comercio como lo indica su nombre y sus siglas. Se
trata de una organización que intenta imponer una división internacional del
trabajo y, detrás de esto, la organización del comercio, en función de los
intereses colectivos de las transnacionales dominantes, o sea, en función del
segmento dominante del capital oligopólico.
Esta gestión del imperialismo colectivo tiene varios aspectos regionales con
responsabilidades particulares. Entre otras, tenemos el ALCA, que es el aspecto
regional de gestión norteamericana del continente. Pero tenemos otros aspectos
regionales como el Acuerdo de Cotonou [convenio de cooperación económica y
libre comercio] entre la
Unión Europea (UE) y los países de África, el Caribe y el
Pacífico (ACP), pero principalmente los países de África. También encontramos,
en cuanto al mundo árabe, dos aspectos regionales: un aspecto europeo -el
diálogo de Barcelona- y, para la parte norteamericana, el proyecto del mercado
común de Medio Oriente. Hasta ahora tenemos también un embrión de acuerdo para
Asia Oriental y la región Pacífica, que no reviste la importancia del ALCA
porque los países miembros de este convenio (China y otros) tienen actitudes
muchos más prudentes con relación a estos proyectos.
P: ¿Cómo describiría la especificidad del ALCA?
Samir Amin: En el caso del ALCA se trata de una gestión liberal. No se
trata de un bloque regional cerrado o de una reedición de lo que fueron los
bloques imperiales de los años '30, durante la crisis de los '30 con los
repliegues imperiales de Gran Bretaña y Francia. No creo que se trate de eso,
sino de organizaciones regionales abiertas a la penetración de las
transnacionales de los centros con privilegios particulares. El ALCA, es
evidente, se inscribe en la larga tradición de dominación de América Latina por
parte de EEUU.
El capitalismo como sistema mundial
P: ¿Cuándo situaría usted el surgimiento del concepto de "sistema
mundial" dentro de la historia de las ciencias sociales?
Samir Amin: Es difícil decirlo. Pero pienso que ni yo ni mis compañeros
inventamos este concepto. Tenemos que recordar que ya está presente en la
literatura del siglo XIX. Pienso en la obra de Carlos Marx, en particular. Si
leemos nuevamente el Manifiesto Comunista -¡texto de 1848!-, allí Marx
tiene una visión del sistema mundial que ya es muy clara.
Ahora bien, que en un momento de la historia esto haya sido borrado de las
ciencias sociales…no olvidado, pero sí borrado, y volvió a aparecer después de
la segunda guerra mundial, está bien… puede ser... Este concepto, que remite a
Marx, vuelve a aparecer muy temprano, tras la guerra mundial. No quiero darme
ningún papel especial, pero no es una casualidad si un individuo como yo
escribió algo con este título en 1957. No creo que sea una casualidad.
P: En sus trabajos teóricos usted intenta analizar el capitalismo como
un sistema mundial que, desde sus mismos inicios, es imperialista. ¿Qué
similitudes y diferencias existen entre esta explicación, la teoría
latinoamericana de la dependencia y la historiografía de Immanuel Wallerstein?
Samir Amin: En mi opinión, el sistema capitalista siempre ha sido un
sistema mundial. Esta visión también la comparten, evidentemente, los
dependentistas latinoamericanos. Lo mismo vale para teóricos como Wallerstein,
Giovanni Arrighi y otros partidarios de la escuela de la
"Economía-Mundo".
Entre estas distintas formulaciones teóricas existe una base común: una visión
del capitalismo entendido como sistema mundial y no como una yuxtaposición de
sistemas capitalistas nacionales, desigualmente desarrollados. Esta última era
la visión tradicional de algunos Partidos Comunistas, de la CEPAL [Comisión Económica
para América Latina] y de la
ONU. En suma: la visión dominante después de la segunda
guerra mundial. Aunque no quiero entrar en una polémica, pienso que esa visión
tradicional no era el punto de vista originario de la III Internacional,
la
Internacional Comunista. Pero lo dejo a un costado porque no
es aquí el tema principal que nos interesa…
P: Varios años después de haber sido disuelta la III Internacional,
esa visión tradicional tampoco fue aceptada, en América Latina, por la
revolución cubana…
Samir Amin: Es cierto. Evidentemente, tampoco era aceptada por el
partido cubano. Lo que yo quiero destacar es lo que hay de común entre
nosotros, entre estas distintas escuelas de pensamiento. Fundamentalmente, una
visión en la que los centros, las periferias y las distintas formaciones
sociales que participan del sistema mundial no son simplemente
"formaciones desigualmente desarrolladas" sino que son formaciones interdependientes
en esta desigualdad. Lo digo en el sentido de que el capital, ¡en escala
mundial!, determina la producción de estos sistemas nacionales. El título de mi
tesis de doctorado es, precisamente, La acumulación a escala mundial.
Aunque fue publicada en 1971, la escribí entre 1955-56 y la presenté en Francia
en el '56.
Yo creo que ése es un terreno común para las sucesivas formulaciones teóricas:
la mía, la de Wallerstein o la de los teóricos de la dependencia de América
Latina. Esta tesis se sitúa en momentos y lugares precisos y, por lo tanto,
responde a un análisis de los desafíos como se planteaban en aquel momento y en
aquellos lugares.
P: Han transcurrido varias décadas desde que usted escribió su
precursora tesis en la segunda mitad de los 50, desde que se publicaron los
libros clásicos de la teoría de la dependencia en los 60-70 y desde que los
primeros trabajos de Wallerstein sobre este tema vieron la luz en los 70.
Situándonos en la actualidad: ¿se puede afirmar que hoy ya no tiene validez
aquella concepción, que priorizaba la dependencia como clave explicativa para
comprender América Latina?
Samir Amin: ¡No! Yo no estoy de acuerdo con decir que la escuela
dependentista fracasó y, entonces, "pasamos a otra cosa", etc. Pienso
que esta teoría ha renovado, con una gran lucidez, el análisis del desarrollo
del capitalismo periférico en las condiciones que existían en América Latina en
los años 70. Ese análisis se formuló durante aquellos años estudiando lo que
era América Latina en el momento del comienzo de su industrialización, en los
30-40, y explicando también su desarrollo, hasta los 50-60. Entonces, tomando
en cuenta esa base de estudio, es una teoría que ya es "antigua".
Esto es normal.
Ahora bien, en mi caso, mi centro de reflexión era más afroasiático que
latinoamericano. Lo que yo me preguntaba era lo que todos los comunistas de
Asia y África se preguntaban: ¿cómo sociedades de Asia y África, que tuvieron
una gran historia y estuvieron, durante mucho tiempo y muchas veces, en la vanguardia
de la civilización y del desarrollo tecnológico, se encontraron reducidas a un
estado de dependencia capitalista con Europa? Es la pregunta que se plantearon,
no solamente los comunistas de Asia y África sino también -antes que ellos- la
burguesía liberal. Mejor dicho: el embrión de burguesía liberal, los
intelectuales de esta burguesía del siglo XIX y la primera parte del siglo XX.
En síntesis: se trata de un ángulo de visión distinto, pero de problemas
análogos. Pienso que hay que situar históricamente cada una de estas teorías.
No creo que sean "antiguas" o que estén perimidas. Aunque, es cierto,
que ya tienen un numero de años desde que fueron formuladas. En conclusión:
tienen enfoques distintos pero creo que ellas constituyen momentos dentro de una
reflexión que compone puntos básicos en común.
La agonía de las burguesías nacionales
P: Tanto en sus escritos teóricos como en su exposición en la Universidad de Buenos
Aires (UBA), usted plantea que actualmente es inviable una perspectiva de desarrollo
centrada en el capitalismo nacional. En la Argentina el actual presidente Néstor Kirchner
asumió su presidencia defendiendo, precisamente, un proyecto de capitalismo
nacional. ¿Considera realista ese proyecto?
Samir Amin: No creo que esa perspectiva sea realista. Creo que no es
realista porque, justamente, el capitalismo constituye un sistema mundial que
es polarizante por naturaleza.
P: ¿En qué se basa para afirmarlo?
Samir Amin: En todo caso, esa opinión está inscripta en mi tesis, desde
el comienzo. Es decir que yo fui un "anti Rostow", antes de que
escribiera Walt W. Rostow. Porque mi tesis fue escrita cuatro años antes de la
publicación de su libro. El desarrollo no consiste en etapas a lo largo de un
mismo recorrido. En cada una de sus fases, el capitalismo produjo una
polarización, un contraste entre centros y periferias. Lo que sí es verdad es
que el fundamento, la base, sobre la que se reproduce y profundiza este
contraste entre centro y periferia, no es el mismo en cada una de las fases del
capitalismo.
En la fase histórica anterior (desde mitad del siglo XIX hasta la segunda
guerra mundial) el contraste era casi sinónimo de países industrializados
versus países no industrializados, con formas de interdependencias desiguales o
de dependencias particulares, que tenían que ver con esta estructura. En ese
contexto, el monopolio esencial era la industria.
A partir de la segunda guerra mundial, lo que vemos, son proyectos nacionales
burgueses. De hecho, las burguesías nacionales, a veces las burguesías de
Estado, o lo que provino de estas burguesías de Estado (que originalmente eran
otra cosa: a través de revoluciones socialistas como en el caso de la URSS, China, Cuba, Vietnam),
sea a través movimientos de liberación nacional, cuando tuvieron un cierto
grado de radicalismo, como es el caso del nacional-populismo y el peronismo
(éste último, el peronismo, fue uno de los mejores ejemplos, aunque no es el
único), y también el nasserismo es análogo. Y muchos otros... Éstos fueron,
fundamentalmente, proyectos nacionales burgueses. Proyectos de recuperación en
una interdependencia no ingenua sino negociada con la afirmación de su propia
voluntad de independencia para recuperase entonces en este marco.
El estadio en el que nos encontramos se debe, justamente, a que estas
experiencias lograron echar las bases de un movimiento capitalista -no
construir el socialismo o construir naciones o poderes nacionales populares
reales-. Por eso el sistema capitalista entró en su fase actual, en la cuál el
contraste centro-periferia no es sinónimo de industrialización-no
industrialización. Ahora, la ventaja de los centros se desplazó hacia cinco
monopolios: a) El monopolio de control de tecnología; b) El monopolio del
acceso a los recursos naturales; c) El monopolio de los flujos financieros
internacionales; d) El monopolio de la comunicación y e) El monopolio de las
armas de destrucción masiva.
En síntesis: asistimos a una nueva forma del la ley del valor mundializada, que
corresponde con esta nueva división centro-periferia, en la cuál el monopolio
de los centros ya no es lo que era, hace 50 años ó 100 años.
P: ¿Entonces ya pasó la hora del "capitalismo nacional"?
Samir Amin: Lo que sucede es que, en esta nueva estructura del
capitalismo mundial, no hay más lugar para la burguesía nacional. Lo que vemos
actualmente es la desaparición de las burguesías nacionales. El último intento
de burguesía nacional que hubo en la Argentina fue Perón. No creo que haya actualmente
una burguesía nacional en Argentina. Existe una burguesía compradora que
imagina su enriquecimiento, como proyecto, en el marco del capitalismo global
tal como es, sin ambición alguna de modificar los términos de este capitalismo.
Quizás haya proyectos de burguesía nacional en los países ex socialistas.
Principalmente: Rusia y China. Cuba también, sin duda, pero no hay un proyecto
de burguesía nacional en ningún otro país, sean los países más industrializados
como Argentina, Brasil, Egipto e India o países menos industrializados, como
los de África subsahariana. ¡Ya no hay más burguesía nacional!.
P: En ese nuevo contexto mundial ¿sigue vigente la categoría de Tercer
Mundo?
Samir Amin: Poco importa la palabra o el término que usemos. La
expresión "Tercer Mundo" fue un invento, porque en aquel momento había
otros dos mundos: el primer mundo, capitalista desarrollado, y el segundo
mundo, socialista o con ambición socialista. El resto era el Tercer Mundo, que
reunía la mayoría numérica del planeta.
Cómo el inventor del término era un francés, él quiso aludir al tercer Estado
de Francia, es decir, a la mayoría de la población que no era ni el primer
mundo (la aristocracia en la analogía de 1789), ni el segundo mundo (la
iglesia, siempre dentro de la analogía), sino el Tercer Mundo, o sea, los
terceros estados. Es un término, no se trata de otra cosa. Hoy en día está de
moda el término "Sur". Ustedes, los argentinos, están en el Sur.
Están también subdesarrollados. Pero Australia está en el Sur y pertenece al
"Norte". Actualmente, hay países del Este que, geográficamente, están
en el Norte, aunque tranquilamente nos podemos preguntar si acaso no pertenecen
a los países del "Sur". Por eso creo que es, solamente, otro término.
Yo prefiero el término de periferia.
P: ¿Cómo surge el concepto de "periferia"?
Samir Amin: Yo no inventé este término. Es Raúl Prebisch quién lo
utilizó por primera vez en los años 50, cuando justamente yo escribía mi tesis.
Raúl Prebisch fue una de las primeras lecturas que hice en este tema. Me
pareció que esta terminología que utilizaba era más adaptada, más exacta, que
las parejas de términos "Norte-Sur", "Este-Oeste", etc.
Se trata de centro y periferia. Son los términos que él utilizó y que yo volví
a emplear, dándole progresivamente un sentido y un contenido más preciso. Pero
el término proviene de allí.
El desafío de la transición y las experiencias socialistas
P: ¿Es viable la revolución socialista en la actualidad? ¿Qué
características tendría?
Samir Amin: Yo creo que ese interrogante hay que abordarlo preguntándose
sobre la transición del capitalismo al socialismo. O quizás más exactamente -ya
que el capitalismo es un sistema mundial-, la transición solamente se puede se
concebir como transición del capitalismo mundial al socialismo mundial.
P: En su opinión, ¿cómo concibieron esta transición los diversos
movimientos internacionales de las clases trabajadoras que, a pesar de sus
diferencias, al menos tenían en común un proyecto socialista?
Samir Amin: Está bien, es correcto preguntarnos cómo ha sido concebida
esta transición dentro de las distintas etapas del desarrollo del movimiento
socialista, comunista, del pensamiento marxista y de los movimientos y partidos
que pertenecen a la ideología marxista. Yo creo que, originalmente, entre la
revolución rusa de 1917 y la muerte de Lenin en 1924, la Tercera Internacional
recién creada a partir de la
Revolución Rusa fue considerada como la que iba a incendiar
la pradera. Y en un plazo histórico no muy largo iba a ser seguida por una
revolución en el mundo entero, o al menos, por revoluciones en Europa.
Particularmente en Alemania. ¡Lo que ocurrió es que no hubo revoluciones en los
otros centros capitalistas! En cambio, la revolución socialista se desarrolló y
se corrió hacia el Este, hacia los países más periféricos, como eran Rusia en
1917 y luego China. Y Vietnam, más tarde…, y Corea… y Cuba… pero siempre
periferias dentro del sistema capitalista.
Entonces, por el hecho de que no hubo un enlace con la revolución socialista en
occidente, la
Tercera Internacional desarrolló una teoría de la revolución
socialista en un solo país. Que este país sea grande, como Rusia o China, o
mucho más chico como los países de Europa Oriental, Cuba o Vietnam.
Era la teoría de la construcción del socialismo y la teoría de la transición
rápida, históricamente hablando, en un plazo histórico de algunos años o de
algunas décadas. Para pasar del capitalismo a un socialismo acabado, pero no
mundializado. Esto significa que las revoluciones socialistas se encontraron
confrontadas con un verdadero desafío, porque se desarrollaron en zonas
periféricas. A la vez tenían que hacer otra cosa, otra sociedad a través del
socialismo, con bases no mercantiles, otra realidad social, etc. pero también
se tenían que recuperar. Tenían que salir de la miseria, necesitaban salir de
un nivel de desarrollo insuficiente. Tenían entonces que recuperarse y hacer
otra cosa, hacer algo distinto. Lenin definió perfectamente esta asociación
complementaria y conflictiva con el socialismo. Dijo que "el socialismo es
la electricidad más el soviet".
Lo que podemos decir es que progresivamente esta dimensión se impuso como la
única dimensión real. Mientras que la otra dimensión, la necesidad de
"hacer otra cosa", se encontró poco a poco vacía de contenido. El
soviet se transformó en lo que ha sido… o sea… nada.
Por lo tanto, el proyecto que originalmente era un proyecto socialista, en la
visión de quienes fueron sus actores, los revolucionarios de aquella época, se
ha transformado en el proyecto de recuperación en el que el Estado desempeña un
papel análogo al que cumplen las burguesías nacionales en otras partes. Un
papel de iniciativa y de control que priva a las clases populares y
trabajadoras del control real de la producción económica y social.
P: Haciendo un balance, ¿usted afirmaría, entonces, que todas estas
experiencias fracasaron?
Samir Amin: Yo no digo que estas experiencias fracasaron. Porque el fracaso,
en la historia, me parece totalmente sin sentido. Diría que alcanzaron su
límite histórico rápidamente y empezaron a parecer lo que eran o aquello en lo
que se transformaron: proyectos de desarrollo nacional de naturaleza
capitalista. En el caso de la Unión Soviética, "un capitalismo sin
capitalistas", para utilizar la expresión de Engels, quién la empleó para
describir la visión de los socialistas. Se trataba de los socialdemócratas de la Segunda
Internacional.
Entonces se pasó de un "capitalismo sin
capitalistas" a un capitalismo con capitalistas. Creo que, por esta razón,
tenemos que volver a abrir el debate sobre la transición. Yo propongo -pero
pienso que este debate habría que hacerlo, con la mayor seriedad, en el marco
de las izquierdas del mundo entero- otra concepción de la transición: una
transición larga. No una transición que se reduzca a lo que se ha realizado en
las transiciones cortas, o sea: nacionalización, estatización, control de las
relaciones exteriores. Incluso reformas progresistas como la reforma agraria, o
hasta colectivización (cuando no se impone al sector agrícola que no lo desea).
Incluyendo medidas políticas más progresistas que las que se hayan conocido
hasta ahora, que tienen que ver con el sector educativo, salud, etc.
Todo eso se puede realizar en algunos años teniendo en cuenta los obstáculos
políticos. Se puede lograr en unas décadas. Pero una transición mucho más
larga, en la que se combinan en un plazo largo…
P: ¿En qué tiempos está pensando usted?
Samir Amin: Yo no puedo evaluar el plazo, pero pienso que puede llegar a
un siglo, varias décadas durante las cuales se van a combinar elementos de
reproducción del sistema capitalista -lo que llamamos el mercado- y otras
lógicas que no tienen que ver con la lógica del capitalismo. Porque la lógica
de la igualdad no tiene que ver con el capitalismo. Todas las medidas que
reducen la desigualdad no son lógicas que dependen del capitalismo. Son lógicas
que se imponen, medidas a las que el capital, a veces, se puede ajustar. Pero
son medidas a las que él tiene que ajustarse.
Estamos pensando en una transición larga en la que los elementos de reproducción
de naturaleza capitalista y los elementos que pertenecen a una lógica
"poscapitalista" (término que no me gusta), a una lógica socialista e
incluso comunista, entran en conflicto con las lógicas de la acumulación o
reproducción administrada por la racionalidad capitalista. Entonces, estos
elementos son complementarios y conflictivos.
¡La historia nos
dirá a partir de que momento vamos a pasar del otro lado!
NOTAS
[de los entrevistadores G. Roffinelli y N. Kohan].
(1) Gamal Abdel Nasser (1918-1970) fue presidente de Egipto entre 1956 y
1970. Constituyó uno de los líderes políticos más influyentes en el mundo
árabe. También influyó sobre diversas corrientes populistas del Tercer Mundo.
Con varios oficiales, Nasser fundó una sociedad secreta, "los Oficiales
Libres", que se conjuraron para expulsar de Egipto a los colonialistas
británicos y al rey Faruk. El 23 de julio de 1952 dieron un golpe de Estado y
destronaron a ese rey. Aunque Nasser era el auténtico jefe, permaneció en un
segundo plano. Pronto se limitaron o se nacionalizaron los latifundios y se
prohibieron los partidos opositores. En 1953 se abolió la monarquía y se
proclamó una república de partido único. Estuvo presidida en sus inicios por el
general Muhammad Naguib. En 1954 Nasser asumió el poder como primer ministro.
Más tarde negoció un tratado con Gran Bretaña que puso fin a 72 años de control
colonial británico sobre Egipto. En 1956 fue elegido presidente. En la Conferencia de Bandung
Nasser se transformó en una figura mundial. Su política exterior vinculada a la Organización de
Países No Alineados (fue uno de sus dirigentes), deterioró sus relaciones con
los países capitalistas occidentales. En 1956 Gran Bretaña y Estados Unidos
retiraron su ayuda económica al proyecto de la represa de Asuán. Para
financiarla, Nasser nacionalizó el canal de Suez. Francia y Gran Bretaña
invadieron Egipto, aliados con Israel. El intento de Nasser de unificar el
mundo árabe se plasmó en febrero de 1958 mediante la federación de Siria con
Egipto. Se estableció la
República Árabe Unida bajo su presidencia. Esta unión fue
disuelta en 1961 tras un golpe de Estado en Siria.
Nasser sintetizó el nacionalismo árabe con la planificación estatal: los bancos
y empresas de servicios públicos fueron nacionalizados con el fin de financiar
la industrialización. Para ello contó con apoyo financiero soviético.
En 1967 recrudece el conflicto árabe-israelí. Israel atacó Egipto y ocupó la
península del Sinaí y el canal de Suez, en "la guerra de los seis
días".
Nasser fue uno de los grandes líderes populistas del Tercer Mundo y, en
especial, del nacionalismo árabe. Murió de un ataque al corazón, el 28 de
septiembre de 1970, siendo aún presidente del país.
(2) La Conferencia
de Bandung fue celebrada el 18 de abril de 1955 en la ciudad del mismo
nombre, en la isla de Java. Asistieron 29 países asiáticos y africanos que
acababan de conseguir su independencia. Constituyó el puntapié inicial del Movimiento
de Países No-Alineados.
(3) El 29 de octubre de 1956, Israel, punta de lanza del imperialismo en medio
Oriente, invade Egipto. Dos días después, tropas inglesas y francesas -unidas-
atacan Egipto para asegurar el tráfico gratuito a través del canal. Como
represalia, Egipto hunde en el canal cuarenta barcos, bloqueándolo por
completo. En noviembre -con la intervención de la ONU- se firma una tregua y a
finales de año las tropas británicas, francesas e israelíes abandonan la zona.
Después de que un equipo de rescate de la ONU retirara los barcos hundidos en el canal,
éste se reabrió en marzo de 1957.
(4) El médico psiquiatra Frantz Fanon (1924-1961) nació en Martinica,
isla que forma parte de las Antillas situadas en el mar Caribe (hasta hoy
colonia francesa). Como militante del Frente de Liberación Nacional (FLN) de
Argelia, fue uno de los grandes ideólogos de la revolución africana. Vivió
también en Túnez, donde publicó el periódico El Moudjahid. Uno de sus
libros más famosos, Los condenados de la tierra (1961), fue prologado
por el filósofo francés Jean-Paul Sartre. Durante la década del 60, Fanon
también tuvo influencia sobre algunas corrientes de la izquierda
latinoamericana.
(5) La Tricontinental
es el nombre con que habitualmente se hace referencia a la Primera Conferencia
de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina. Se reunió en La Habana, Cuba, en enero de
1966. Allí concurrieron representantes de 82 pueblos y países, entre ellos
partidos que estaban en el gobierno (como el PC de Cuba, el de la Unión Soviética,
el de China y el de Vietnam del norte, entre otros) y organizaciones
revolucionarias que enfrentaban a sus gobiernos (la mayoría de los
representantes de América Latina). Políticamente, la Tricontinental
logró reunir a los partidos y organizaciones marxistas junto con diversos
movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo. Ese vasto conjunto, tuvo
tres grandes ejes de influencia. El primero liderado por la URSS, el segundo por China y
el tercero, probablemente el más numeroso, por Cuba y Vietnam. A estos tres, se
sumaron el bloque árabe, donde confluían los delegados palestinos y los de la República Árabe Unida y,
con una posición relativamente independiente, la India.
(6) En 1915 Lenin escribió un prólogo al trabajo de Nicolás Bujarin "La
economía mundial y el imperialismo" (este prólogo recién fue publicado en
1927). Allí, el dirigente bolchevique combate la teoría de Karl Johann Kautsky
(1854-1938) del "superimperialismo" o "ultraimperialismo",
según la cual el capitalismo imperialista tenía la tendencia a realizar la
"unión nacional de los magnates del capital en un trust mundial
único". A esta "unión internacional de los imperialismos nacionales
que actúan dentro de los distintos Estados", Lenin la caracterizó como
"el sueño del capitalismo «pacífico»". Sin embargo, a pesar de la crítica
a Kautsky por negarse a intervenir en forma revolucionaria y activa contra el
guerrerismo imperialista de su época, Lenin reconocía que "No hay duda de
que el desarrollo marcha en dirección [subrayado de Lenin] a un único
trust mundial, que devorará todas las empresas y todos los Estados sin
excepción". Véase Lenin: Prólogo para el artículo de N.Bujarin: "La
economía mundial y el imperialismo". En Obras Completas. Bs.As.,
Cartago, 1960. Tomo N° 22, pp.109-114.
Otras críticas de Lenin a la teoría del "ultraimperialismo" de
Kautsky pueden encontrarse, tanto en su célebre El imperialismo, etapa
superior del capitalismo, como en sus comentarios marginales y anotaciones
manuscritas al artículo "El imperialismo" (publicado originariamente
por Kautsky en la revista de la socialdemocracia alemana Die Neue Zeit
N°21 [11/9/1914]). Véase V.I.Lenin: Cuadernos sobre el imperialismo.
Bs.As., Cartago, 1984. Tomo I, pp.256-261.
(7) Véase Samir Amin: Les effects structurels de l'intégration
internationale des économies pré-capitalistes, une étude théorique du mécanisme
qui a engendré les économies dites sous-développés [Los efectos
estructurales de la integración internacional de las economías precapitalistas,
un estudio teórico del mecanismo que ha engendrado las economías denominadas
subdesarrolladas] Tesis, Paris, 1957. En Francia, esta tesis, reformulada y
actualizada, se publica en 1971 bajo el título La acumulación a escala
mundial (editorial Anthropos). En español, con el mismo título y al poco
tiempo: Buenos Aires, Siglo XXI, 1975.
(8) El célebre libro de Rostow llevaba por título Las etapas del crecimiento
económico. Y por subtítulo: Un manifiesto no comunista. Su primera
edición en inglés es de 1960 (fue traducido al español, al año siguiente, por
Fondo de Cultura Económica). El libro surgió de un curso brindado por su autor
en la Universidad
de Cambridge en el otoño de 1958 (dos años después que Samir Amin defendiera su
tesis sobre la acumulación a escala mundial). El tema de las conferencias era
"El proceso de industrialización". En su tesis central, Rostow afirma
que todo proceso de industrialización, se desarrolle durante la revolución
industrial del siglo XVIII en Inglaterra o durante el siglo XX en Argentina,
México, China e India, debe pasar por determinadas etapas ineluctables,
sucesivas, continuadas y evolutivas. Esas etapas son la sociedad tradicional,
la etapa de las condiciones previas para el "impulso inicial", el
"impulso inicial" (también traducido como "el despegue"),
la marcha hacia la madurez y, finalmente, la era del consumo de masas.
Al no diferenciar entre centro y periferia, y al obviar las relaciones
asimétricas que el sistema mundial asigna a cada formación social, Rostow
termina construyendo una imagen del capitalismo como sociedad plana, homogénea
y compacta, donde cada sociedad nacional es más o menos capitalista (con
diferencias recíprocas puramente cuantitativas), siempre según un mismo patrón
de medida universal. Cuarenta años después de Rostow, Toni Negri y Michael
Hardt, vuelven a repetir exactamente esos lugares comunes -ahora con lenguaje
marxista- en su famoso Imperio, cuando comparan a EEUU y Brasil,
Inglaterra y la India,
concluyendo que entre ellos ¡no hay diferencias cualitativas!
(9) El término "Tercer Mundo" nació justo a mitad del siglo XX, en un
planeta polarizado por dos superpotencias. Su impulsor fue francés. El
demógrafo, antropólogo e historiador de la economía Alfred Sauvy (1898-1990)
quien utilizó por primera vez esa expresión el 14 de agosto de 1952, en el
semanario francés L'Observateur. Su artículo terminaba así:
"...pues, finalmente, este Tercer Mundo ignorado, explotado, despreciado
como el Tercer Estado, quiere, él también, ser algo". De esta manera,
parafraseaba una famosa frase del sacerdote Sieyès, quien así definía al Tercer
Estado de la
Revolución Francesa: "¿Qué es el Tercer Estado? Todo.
¿Qué ha significado, hasta hora, en el orden político? Nada. ¿Qué pide?
Convertirse en algo".
Alfred Sauvy -quien no era marxista- se basó en esta analogía histórica con la
revolución de 1789 para describir y, al mismo tiempo, polemizar. Describió a la
mayoría de la población del planeta que no era ni el Primer Mundo (la
aristocracia en la analogía de 1789) ni el Segundo Mundo (la iglesia y los
clérigos, siempre dentro de la analogía), sino el Tercer Mundo, o sea… los
terceros estados. De este modo, la expresión le servía para marcar distancias
con Estados Unidos y la
Unión Soviética, catalogadas analógicamente como… una
aristocracia y una iglesia.
(10) Raúl Prebisch (1901-1986) fue un economista argentino. Intentó
pensar la relación entre países menos y más industrializados. Para ello,
promovió la teoría del crecimiento económico que afirma que existe un centro
(países más industrializados) y una periferia (sociedades menos desarrolladas).
Entre ambos polos, Prebisch subrayó la importancia de la brecha del
desarrollo y la desfavorable relación real de intercambio de los países menos
industrializados. A pesar de plantear esta relación asimétrica, tuvo posiciones
políticas muchísimo menos radicalizadas que los partidarios de la teoría de la
dependencia (algunos de los cuales, a diferencia de Prebisch, planteaban que la
única vía para terminar con la dependencia latinoamericana era la revolución
socialista continental).
Prebisch fue presidente del Banco Central de Argentina (1935-1943). Participó
además de diversas reuniones de la Comisión Económica
para América Latina (entre 1948 y 1962). En dos ocasiones asumió la dirección
del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (1962-1964 y
1969). Fue, además, el primer secretario general de la Conferencia de
Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), cargo que ejerció
desde 1964 hasta 1969. Entre sus libros, se destaca Hacia una
dinámica del desarrollo latinoamericano.
Por contraste con la teoría de la dependencia (cuyos integrantes eran más
proclives a la revolución socialista -incluso por la vía armada-, o al
nacional-populismo, según el caso), Prebisch ejerció notable influencia sobre
la corriente burguesa del desarrollismo.
- ARTÍCULO TOMADO DE REBELION.ORG
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