10/04/2013
Por Elasa Boulet
En esta entrevista, David Harvey, evoca asimismo las transformaciones de la
clase obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar
los intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión
utópica si se desea cambiar el mundo. En esta entrevista, David Harvey retoma
el análisis de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de
clase” que es el neoliberalismo. Evoca asimismo las transformaciones de la
clase obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar
los intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión
utópica si se desea cambiar el mundo. David Harvey es geógrafo y profesor
investigador de la City University de Nueva York. Sus escritos abordan en
particular la dinámica reciente del capitalismo y la urbanización desde una
perspectiva marxista.
Usted ha teorizado la adopción del neoliberalismo como una transición del
fordismo a un régimen de acumulación flexible /1. ¿Cree que la crisis económica
que estalló en 2008 demuestra el fracaso de este modo de acumulación flexible?
David Harvey – Esto depende de la manera en que se define el modelo de acumulación flexible. Si se concibe el modelo para revitalizar el capitalismo en su conjunto, yo diría que sí, pero que ya fracasó desde el principio. Si el modelo se diseñó para concentrar y aumentar el poder de la clase capitalista, y en particular de determinadas franjas de la clase capitalista, ha sido todo un éxito. El crack de 2008 no fue sin duda un acontecimiento especial si se contemplan todos los cracks que han tenido lugar desde 1997: el de Asia oriental y sudoriental en 1998, los de Sudamérica en 2001. Todo ese periodo se caracterizó por breves etapas de crecimientos interrumpidas por otros tantos cracks, pero es indiscutible que estos cracks desempeñaron una función muy importante en la consolidación de una riqueza y poder cada vez mayores en fracciones cada vez más pequeñas de la clase capitalista. Creo que 2008 marcó simplemente un paso más en esta vía hacia la concentración de riqueza y poder. Por mi parte, comprendo el neoliberalismo ante todo como un proyecto de clase, de consolidación y de refuerzo de la dominación. Creo que 2008 no marcó el final de todo esto, una crisis de este proyecto de clase, sino un paso más.
Pero se podría decir que el liberalismo también era un proyecto de clase.
¿Cuál es entonces la diferencia entre el liberalismo y el neoliberalismo?
Creo que la diferencia radica en el hecho de que el proyecto de clase que
se planteó a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a
mediados de la de 1970 estaba mucho más centalizado, en la medida en que el
poder se había desplazado significativamente a favor del sector financiero.
Este último se convirtió en cierto modo en el agente principal. No ocurrió lo
mismo con el liberalismo. En la época del liberalismo se entendía que el sector
financiero debía facilitar la actividad productiva y su función era más la de
un lubricante que la de un motor del proceso de acumulación. Creo que el
neoliberalismo se caracteriza en mayor medida por lo que llamo la acumulación
por desposesión que no por las formas clásicas de acumulación por expansión,
por crecimiento, formas clásicas que en determinados periodos no estaban en
contradicción con la idea del aumento del nivel de vida de los trabajadores. En
muchas partes del mundo, el aumento del nivel de vida de los trabajadores en
las décadas de 1960 y 1970 pudo producirse en una época en que las tasas de
acumulación eran muy altas. Era un periodo en que los poderes financieros eran
significativos, pero no predominantes. Después surgió esta economía caracterizada
mucho más por la desposesión, a partir de los años setenta.
En esta evolución hacia el neoliberalismo, ¿cómo interpreta por un lado el
papel de las finanzas y por otro el de la globalización?
Ambas cosas están íntimamente ligadas. La moneda es lo que llamo la “forma
mariposa” del capital, que puede volar a donde le dé la gana. Las mercancías
son una especie de “forma oruga” del capital: se desplazan, pero lo hacen más
bien lentamente. La producción tiende a fijar la “forma crisálida” del capital.
Al otorgar más poder a las finanzas, se refuerza la “forma mariposa” del
capital, que tiene la capacidad de trasladarse casi a donde le plazca. Creo que
ha habido un proceso deliberado de refuerzo de la “forma mariposa” del capital,
de modo que ha podido posarse en territorios donde, por ejemplo, el coste de la
mano de obra es muy bajo, donde los impuestos son muy bajos. Así, los traslados
resultan más fáciles, con el resultado de que esto ha permitido rebajar los
salarios de los trabajadores en las antiguas zonas industriales del norte de
América, de Europa, etc. Asistimos por tanto a una desindustrialización de los
centros de producción clásicos. Esta desindustrialización se nutre del
desplazamiento de los puestos de trabajo a otros lugares y hacía falta algo que
la facilitara; ese algo fue la financiarización.
Parece que asistimos a una mercantilización creciente de “bienes
immateriales” como las ideas (con el fuerte aumento del número de patentes), la
educación, la cultura, así como a una mercantilización de la naturaleza
(títulos financieros sobre los genes, la lluvia, etc.). ¿Cómo interpreta esta
tendencia?¿Qué papel desempeña en esta crisis del capitalismo?
Producimos una cantidad cada vez mayor de plusvalía. Desde hace muchos años
existe ya un verdadero problema para encontrar lugares en los que colocar este
capital. Lo que ha sucedido en los últimos 30 o 40 años es que el capital se ha
interesado mucho más por el aumento del valor de los activos y por la
especulación en torno al valor de los activos. Sin embargo, en este proceso se
interesa cada vez más por la rentas, como hemos visto en particular con
respecto a la propiedad inmobiliaria, la renta de la tierra, los precios del
suelo. Y, desde luego, por los derechos de propiedad intelectual. De golpe se
ha producido una explosión de lo que se llama el sector rentista de la economía
capitalista. El sector rentista siempre ha sido muy importante, por ejemplo:
todo indica que en los siglos XVIII y XIX el dinero que ganaban las clases
superiores con el arrendamiento y la apropriación de tierras era más cuantioso
que el que sacaban del sector manufacturero. Así que el sector rentista siempre
ha sido importante, en particular en la construcción de las ciudades. Y está
claro que sigue siéndolo; en determinadas áreas avanzadas del mundo
capitalista, los rendimientos de la propiedad de tierras y de activos son muy
altos, y la propiedad intelectual es una nueva forma de propiedad, que siempre
ha estado presente de alguna manera, pero que ahora ha cobrado mucha importancia.
Y si uno puede ganar dinero por el mero hecho de ser propietario de patentes,
si uno puede obtener buenos rendimientos del capital sin necesidad de emplear a
ningún trabajador, ¿por qué iba a molestarse en producir? Así que pienso que en
el curso de los últimos 30 a 40 años ha habido numerosos signos de que estaba
construyéndose un potente sector rentista, con ingresos procedentes de las
rentas de toda clase de fuentes: tierra, propiedad de recursos, propiedad de
derechos de distinta naturaleza, entre ellos, por supuesto, los derechos de
propiedad intelectual. Este sector en su conjunto es ahora mucho más
significativo en la actividad capitalista y además no emplea a muchos
trabajadores.
Usted ha elaborado el concepto de acumulación por desposesión, que ha
suscitado numerosos debates. En ocasiones se ha considerado que es demasiado
amplio. ¿Qué conclusiones teóricas y políticas extrae de estos debates?
Creo que en cierto modo era un argumento muy general y que existen diversas
clases de desposesión. Algunos han preguntado, por ejemplo, si acaso lo que
ocurre en el proceso de producción no es una desposesión del excedente que
producen los trabajadores. Es una forma de desposesión, pero no se presta
atención a las distintas formas de desposesión que se producen en otros
ámbitos, en la circulación del capital. Esto es lo que yo quería formular
teóricamente al analizar el circuito del capital. Cuando contemplamos el
circuito del capital, vemos que está el circuito de las mercancías, el circuito
de la moneda, el circuito de la producción, todo ello está en el segundo tomo
del Capital. Estos distintos circuitos están integrados entre sí, pero cada uno
tiene su agente: el circuito de la moneda tiene el sector financiero, el
circuito de la producción tiene el sector industrial, el circuito de las
mercancías tiene el sector comercial. Entonces la cuestión que se plantea es la
siguiente: ¿de qué manera estas esferas distintas reivindican el excedente y
cómo se apropian efectivamente de él? Mi tesis es que el sector financiero y el
circuito de las mercancías operan según un principio de acumulación por
desposesión, porque lo que hacen es utilizar su control sobre las mercancías o
su control sobre la moneda para detraer una tasa, una tasa que arrebatan a los
trabajadores. Por tanto, en cierto modo la burguesía puede recuperar a través
de los banqueros y los financieros todo lo que puede conceder en el ámbito de
la producción.
Analicemos la cuestión de saber dónde se realiza la plusvalía por oposición
a dónde se produce. Marx explica que se crea en la producción, cosa que no
pongo en duda en absoluto. Con lo que no estoy de acuerdo es con la suposición
de que por crearse en la producción, también se realiza en la producción. De
hecho, es posible que tan solo una parte muy pequeña de la plusvalía se realice
en la producción. Si contemplamos el ejemplo que ya he utilizado y que es el de
[la cadena de supermercados] Wall Mart, que es una organización comercial
capitalista, veremos que obtiene elevadísimas tasas de beneficio sobre la base
de la subcontratación a productores chinos, que a su vez obtienen unas tasas de
beneficio muy bajas. Se trata por tanto de una relación de acumulación por
desposesión.
Podemos ir todavía más lejos con la cuestión que ya he planteado de saber
cómo el capitalismo adquiere activos y luego trata de valorizar esos activos.
Pues bien, a menudo los roban a los miembros de otras clases. Hay algo así como
seis millones de viviendas en EE UU que han sido desahuciadas, es decir, seis
millones de familias que han perdido su hogar. ¿Qué ocurre con esas viviendas?
De momento tienen un precio muy bajo. Han sido adquiridas por grandes grupos
capitalistas que las mantienen durante dos o tres años, a la espera de que el
mercado se recupere, y entonces se llenan los bolsillos. Viviendas recuperadas
al precio de, pongamos, 200.000 dólares por unidad se venderán entonces a
300.000 o 400.000 dólares cada una, siempre que el mercado se relance. Se trata
de una actividad especulativa, es lo que llamo acumulación por desposesión.
También existen formas de atraco directo cuando se suprimen las pensiones de
jubilación, se recortan los derechos a la sanidad, o cuando un bien gratuito
producido hasta ahora por el Estado se vuelve oneroso, como por ejemplo la
universidad o la educación en general. Yo pude gozar de una educación gratuita
en Gran Bretaña, pero ahora los que estudian tienen que pagar. En EE UU, el
coste de la educación aumenta cada vez más, los estudiantes se endeudan y ya
existe una enorme deuda estudiantil. Esto también es una economía de
desposesión.
Lo que deduzco de todo esto es que las formas que adopta la desposesión son
muy variadas, y como término general resulta probablemente demasiado ambiguo
decir tan solo que “es una economía de desposesión”. Debemos estar más atentos
a las formas de desposesión que se producen y dónde se producen. Creo que es
buena idea desarrollar una comprensión más sofisticada de las distintas formas
que puede adoptar la desposesión, esto es lo que concluyo de los debates. Pero
no quiero en modo alguno replantear la idea de que constituye una parte muy
importante de la estructura de la exploitación en una economía capitalista.
Y políticamente, ¿qué conclusión saca usted de estos debates en torno al
concepto de desposesión?
Desde el punto de vista político, lo que deduzco es la idea de la
resistencia a la acumulación por desposesión, que hay mucha resistencia, en
todas partes, y que esas formas de lucha forman parte de la dinámica general de
la lucha de clases. Esto desplaza el centro de atención de la organización y de
la teorización política, alejándolo que lo que a menudo ha sido el centro de
atención exclusivo de determinadas organizaciones de izquierda, a saber, la
fábrica, para trasladarlo, por ejemplo, a la ciudad. Si contemplamos las
estructuras de la explotación en y alrededor de una ciudad, veremos la
explotación rentista, la explotación comercial. De este modo empezamos a tener
una noción muy distinta de lo que es la política de resistencia a la
acumulación capitalista una vez se integran todas estas demás formas de
explotación en el paisaje.
En un artículo publicado en Counterpunch en 2009, usted escribió que la
clase obrera no siempre está, y no lo está en todos los países, en condiciones
de situarse en la vanguardia de la lucha social y política. ¿Puede desarrollar
esta idea?
Hay dos maneras de verlo. Podría decir que la clase obrera, tal como ha
sido definida tradicionalmente, no está en condiciones de estar en la
vanguardia, que en ciertos casos los movimientos sociales o políticos han
estado en la vanguardia. Si examinamos fenómenos como la revuelta zapatista,
veremos que no fue una revuelta de la clase obrera, sino una revuelta
campesina. Era también una revuelta contra la acumulación por desposesión, y lo
mismo ocurre, por ejemplo, con respecto a las guerras del agua en Bolivia, en
Cochabamba, donde también se trataba de una lucha contra la acumulación por
desposesión. Y las luchas en El Alto, donde una ciudad entera se rebela y
destruye el poder de la presidencia y abre la vía de acceso al poder de Evo
Morales. Estos movimientos revolucionarios han sido muy fuertes y potentes, y
no se basaron en una clase obrera tradicional.
Lo que quiero decir es que si analizamos las dinámicas de la urbanización y
nos planteamos la cuestión de “¿quién produce la ciudad, quién reproduce la
ciudad?”, y si decimos que todos los que producen y reproducen la ciudad forman
parte de la clase obrera urbana, entonces esta abarca mucho más que los
trabajadores fabriles para incluir al personal doméstico, a los taxistas, por
lo que tenemos una concepción diferente de la clase obrera. Estoy a favor de
cambiar nuestra concepción de quién constituye la clase obrera y de qué tipos
de puesto de trabajo son cruciales. Hemos visto ejemplos, he mencionado El
Alto, la gran fuerza que tenían sus habitantes para bloquear totalmente la
ciudad, lo que de hecho es una huelga general, una huelga en el espacio urbano.
Pienso que las huelgas de transportes son muy eficaces; en Francia, por
ejemplo, ha habido huelgas muy importantes en los transportes, en la década de
1990 y en la de 2000. Se puede paralizar una ciudad, y paralizar una ciudad es
un tipo de instrumento muy eficaz en la lucha de clases. Y no son únicamente
los trabajadores de las fábricas quienes van a hacerlo, hace falta que sea la
ciudad entera la que secunde esta acción. Por tanto, o bien decimos que la
clase obrera está aquí y aquellos son otros movimientos sociales, o bien
cambiamos nuestra concepción de la clase obrera. Pienso que es preferible
cambiar nuestra concepción de la clase obrera.
¿Cómo interpreta usted la crisis de la Unión Europea? Parece que estamos
asistiendo a un proceso de radicalización neoliberal, justo en el momento en
que surgen relaciones neocoloniales entre el centro de Europa y la periferia,
en particular con la crisis de la deuda griega.
Me parece que hay que analizar la crisis de la UE en términos de clase. No
cabe duda alguna de que la creación del euro, por ejemplo, fue una operación
muy ventajosa para la clase capitalista, y en particular para las fracciones de
la clase capitalista que se hallaban en los sectores más avanzados, en los
países más avanzados de la Unión. Tenemos por tanto un ámbito geográfico
desigual en el que se produce una unificación, que resulta muy ventajosa para
Alemania en particular, aunque no solo para Alemania. Alemania ha ganado mucho
con la creación del euro, y cuando se examina lo ocurrido con las economías del
sur de Europa en general, y de Grecia en particular… No diré que los griegos no
hayan causado por sí mismos algunos de los desastres al llevar a cabo toda
clase de engaños contables, etc., pero por otro lado Grecia se ha convertido en
un mercado maravilloso para Alemania, que ha podido explotarla al amparo de sus
superiores capacidades productivas y de organización.
Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables.
Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables.
Un caso análogo en EE UU sería el del Estado de California, que ha conocido
dificultades notables, pero que no ha corrido la misma suerte que Grecia porque
el gobierno federal ha tenido que pagar el Medicare etc., mientras que con
respecto a Grecia no existe esta obligación. Asistimos entonces a
circunstancias extraordinarias en que la gente se hunde en una penuria total en
Grecia, en muchos aspectos a causa de la política de austeridad impuesta por
los poderes de la clase capitalista, cuyos intereses principales están
concentrados en Alemania y el norte de Europa. Me parece que esta geografía
desigual no cambiará a corto plazo. Tampoco percibo ningún cambio de política,
por lo que creo que este va a ser un problema duradero para Europa, que no
necesariamente se resolverá con la salida del euro de los países del sur. Por
tanto, se trata de una especie de dilema permanente que a mi juicio solo podrá
resolverse mediante una completa federalización de la base social de la
economía, mediante una colectivización de los derechos de pensión y este tipo
de cosas, cosa que políticamente es imposible, no creo que nadie votaría por
eso.
¿Cree que en estos
momentos asistimos a un viraje de tipo keynesiano en EE UU? ¿Es posible que el
gobierno de Obama se aleje del neoliberalismo y aplique políticas más
keynesianas?
EE UU nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta ahora. Ha sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el salario social y la protección social, etc., pero jamás ha sido estricto con respecto a la financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió dos guerras, reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social de acceso a los medicamentos que fue muy bemneficioso para las compañías farmacéuticas. Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al neoliberalismo, era de hecho un keynesiano en materia de defensa y financió el pulso con la URSS a través de la deuda pública. EE UU siempre ha sido un caso particular: su retórica sobre el sector público siempre ha sido muy neoliberal, pero sus prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas.
EE UU nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta ahora. Ha sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el salario social y la protección social, etc., pero jamás ha sido estricto con respecto a la financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió dos guerras, reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social de acceso a los medicamentos que fue muy bemneficioso para las compañías farmacéuticas. Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al neoliberalismo, era de hecho un keynesiano en materia de defensa y financió el pulso con la URSS a través de la deuda pública. EE UU siempre ha sido un caso particular: su retórica sobre el sector público siempre ha sido muy neoliberal, pero sus prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas.
Lo que resulta interesante en la coyuntura actual es que el Partido
Republicano, que de hecho compartió bajo George Bush este enfoque de tipo
keynesiano para hacer la guerra, cuando perdió el poder decidió llevar de
verdad hasta el extremo la política de austeridad. Así trata de impedir la
posibilidad de un programa ligeramente expansionista, vagamente keynesiano, que
preconiza el gobierno de Obama desde el principio. Pienso que están pisando
terreno resbaladizo, pues no controlan más que la Cámara de Representantes, y
si se puede demostrar a los estadounidenses que lo que impide la recuperación
de EE UU es la manera en que el Partido Republicano actúa en la Cámara de
Representantes, y entonces asistimos en las elecciones de 2014 a la
transferencia del poder a los Demócratas, el Partido Republicano estará
acabado. Claro que también es posible que esto no suceda, se trata de una
situación muy compleja. Creo que hay miembros del Partido Republicano que se
dan cuenta de que se hallan en terreno resbaladizo y que intentan cambiar,
aunque sin mucho éxito de momento.
Hasta ahora nunca se ha dudado en EE UU en emplear prácticas keunesianas,
en particular la financiación por el déficit, y en ser antikeynesianos en
materia de programas sociales, de protección social, y resueltamente
antikeynesianos cuando se trata de otorgar más poder a las organizaciones e
instituciones de la clase obrera. El neoliberalismo de EE UU siempre ha sido
sospechoso, su pragmatismo le ha llevado siempre a hacer lo que beneficia a las
clases superiores, y ha sido limitado por este criterio. No creo que esto vaya
a cambiar gran cosa, aunque pienso que en este momento el gobierno de Obama
tiene muy claro que la tasa de crecimiento de EE UU es muy baja y que existe la
posibilidad de una segunda recesión. Este gobierno, si tuviera las manos
libres, apostaría por prácticas expansionistas, hasta cierto punto incluso por
prácticas expansionistas que implicaran otorgar más poder a las organizaciones
e instituciones de la clase obrera. Creo que la idea de una política ligera y
parcialmente keynesiana bajo el gobierno de Obama ya se ha planteado y
aceptado, pero no será refrendada por la Cámara de Representantes controlada
por los Republicanos, a menos que estos últimos comprendan que esto les llevará
a un desastre electoral si la gente percibe que ellos son el obstáculo. Está
por ver cómo evolucionan las cosas.
A su juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o
universitarios críticos?
Hay dos cosas. Lo que ocurre en el mundo universitario forma parte, desde
luego, de la lucha de clases, es la lucha de clases en el ámbito de las ideas.
Por tanto, una cosa que me gustaría que hiciéramos todos es luchar en el mundo
universitario por diferentes tipos de producción de saberes, de reproducción de
saberes. Los que están fuera de la universidad piensan a menudo que esta es una
torre de marfil, pero no es así, la universidad es un terreno de lucha bastante
encarnizada. Durante un tiempo estuve tratando de mantener abiertos los
espacios en el interior de la universidad en los que pudieran desarrollarse
cosas como las que centraban mi trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a
las presiones de la transformación neoliberal y administrativa de las
universidades. Es un poco como los trabajadores de una fábrica siderúrgica, hay
que organizarse en el seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo.
Pero creo que también tenemos la obligación de tomar ciertas cosas sobre
las que reflexionamos y presentarlas de manera que sean comprensibles para un público
amplio, pensando en cómo la gente puede leer esto y extraer sus propias
conclusiones. No creo que los universitarios conozcamos mejor el mundo que
cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando trabajo con organizaciones
sociales, estas saben qué es lo que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi
tarea decirles qué tienen que hacer, eso ni se me ocurriría. Pero cuando tal
vez yo puedo ser útil es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se
relaciona con lo que ocurre en el capitalismo, cuál es la relación entre lo que
hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación,
podemos sentarnos juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con
prácticas y cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos
de desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o cómo se aplica la
política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los
movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los
espacios en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y
estrechar lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas
aprendan de nosotros en el proceso de lucha política.
Sin embargo, con las tendencias a la privatización de la educación, en
particular de la enseñanza superior, parece más difícil mantener este espacio y
esos debates en el seno de la universidad.
Así es. Todos estamos siendo atacados, inclusive en la universidad. Y por
supuesto, si contemplamos el proceso de trabajo en el mundo académico, en EE UU
ahora la mayor parte de la enseñanza corre a cargo de empleados que no tienen
un contrato fijo y que viven en unas condiciones económicas muy precarias. Este
es otro campo de batalla en relación con las condiciones de vida de las
personas empleadas en las universidades. No es una situación fácil, pero ¿qué
se puede hacer? Hay que organizarse y luchar, como en todas partes.
¿Cuál es su visión personal de una sociedad comunista/2, si “comunista” es
la palabra adecuada?
Hay varias maneras de construir una visión utópica. Creo que siempre existe
la necesidad de tener en mente una visión utópica, de una manera u otra, un
lugar al que deseamos llegar, aunque al final no lleguemos, en cierto sentido
no importa mucho si se llega o no. Si se tiene una visión, tratando de cambiar
las cosas, estas se mueven en una dirección u otra. No tengo un esquema fijo,
he escrito uno en el apéndice a un libro que se titula Spaces of hope, una
especie de descripción utópica de una sociedad construida durante un periodo de
20 años. Y creo que necesitamos un modo de construcción por la negación. Si se
comprenden los aspectos del capitalismo que no nos gustan, ¿qué rechazaríamos,
cómo sería una sociedad que ya no funcionara sobre la base del valor de cambio,
sino sobre la base del valor de uso, qué formas de coordinación de la división
social del trabajo se crearían, cómo se implementaría para asegurar que el
abastecimiento de cada uno en valor de uso fuera suficiente, que no se
produjeran bloqueos completos ni rupturas, ni penurias? Son cuestiones muy
pragmáticas.
Es posible por tanto trabajar sobre esta clase de ideas, construir por
negación: no queremos hacer esto coordinándonos a través del mercado, queremos
hacerlo de una manera distinta, a través de los trabajadores asociados en
colaboración, los trabajadores asociados que organizan la división social del
trabajo de manera que todo el mundo tenga lo que necesita. Con la informática
tenemos la posibilidad de coordinar los inputs y outputs/3 de un modo distinto.
Algunas fábricas recuperadas en Argentina funcionan ahora en red gracias a los
ordenadores y organizan los flujos de inputs y outputs de manera que comienzan
a coordinarse entre sí, pero no se trata de una planificación centralizada, es
algo que se organiza en red, sin ningún planificador central. Creo que con las
tecnologías que tenemos ahora existen nuevas posibilidades de plantear estas
cuestiones de un modo distinto y que podemos construir una visión utópica en la
que los trabajadores asociados controlen los medios de producción, se organicen
y tomen sus propias decisiones en cada unidad productiva, pudiendo coordinarse
entre sí, comunicarse entre sí para responder a las necesidades de todos y
todas.
Notas
1/ La acumulación
flexible designa el fenómeno de la “flexibilización” del trabajo desde la
década de 1970: la subcontratación, la jornada parcial, la producción “justo a
tiempo”, las actividades informales se han convertido en elementos cruciales
del procedo de producción. Esta “flexibilización” (o dicho de otro modo,
precarización) no se implanta del mismo modo en todas partes y es más
importante en los “países emergentes”. Corresponde a una transformación de la
gestión de las empresas, centrada cada vez más en un funcionamiento de mercado
(subcontratación de actividades, asegurando rentas importantes a los
accionistas) en detrimento de una gestión “interna” de la empresa.
2/ En inglés “socialist”.
3/ Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción (materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs : productos, mercancías).
2/ En inglés “socialist”.
3/ Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción (materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs : productos, mercancías).
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