Celebramos en este día el derecho inalienable de los pueblos
oprimidos del mundo a la resistencia armada que además, es una obligación
cuando se trata de repeler las agresiones armadas del imperialismo, el
fascismo, el racismo y todas las lacras del capitalismo.
El hecho
de que en América Latina hubieran cambiado profundamente las condiciones
políticas en favor de procesos de tipo democrático y de derrotas electorales de
la derecha cavernaria y triunfos de una izquierda progresista y incluso
anti-imperialista, no significa, en modo alguno, que se condene para siempre la
lucha armada revolucionaria.
En efecto,
los marxistas-leninistas, los maoístas odiamos la guerra y por ello queremos
desterrarla para siempre de la vida de los pueblos. Empero su erradicación, en
definitiva, no depende de nosotros; son pues las clases privilegiadas las que,
cuando ven en peligro sus intereses, recurren a las formas más salvajes de la
represión, la guerra de agresión, las invasiones, los golpes de Estado y un
falso anti-terrorismo. Entonces DEBE aparecer, como respuesta, el sagrado
derecho de los pueblos a la defensa armada en cualquiera de sus formas, en
particular la GUERRA
POPULAR PROLONGADA que es la guerra que ha sido impuesta a
los pueblos, que ha logrado triunfos históricos
y que es la única forma que, en definitiva, desterrará para siempre el
sistema caduco y senil del capitalismo salvaje.
Por ello
mismo, saludamos la lucha armada de los pueblos del mundo que hoy tiene
vigencia en muchos países del mundo, en especial en el Asia milenaria, donde
nuestros camaradas de Nepal, lograron victorias armadas históricas que después
serían confirmadas por la aceptación popular y general del pueblo nepalí. De
igual forma nuestros camaradas naxalitas de la India , han logrado un desarrollo prodigioso de la
guerra popular que se ha extendió a la mitad de los Estados de la Unión Hindú , para
poner fin a una sociedad discriminadora de castas y un gobierno lacayo del
imperialismo.
La sagrada
guerra popular que desarrolla el heroico pueblo irakí, es un ejemplo de la
validez moral y justa de un pueblo que se levanta, hace imposible la
permanencia de los invasores y los obliga tarde o temprano a huir con el rabo
entre las piernas no obstante su enorme superioridad bélica. Lo mismo ocurre
con los pueblos de Afganistán que ya en una oportunidad derrotaron también a una invasión falsamente
“socialista” y que ahora están derrotando a los cruzados yanquis que no saben
cómo salir de su empantanamiento. Como podríamos olvidar el derecho sagrado del
pueblo palestino a la resistencia armada frente al Estado terrorista de Israel,
un enemigo rabioso, genocida y criminal que no respeta ningún derecho
internacional y se mofa de él.
La lucha
armada de los pueblos de nuestra América Latina tiene sus antecedentes en los
combates anticoloniales de los indígenas de Tupak Amaru y Tupak Katari, en las
montoneras independentistas de Juana Azurduy del siglo XIX, en las guerrillas guevarianas del siglo XX, en las insurrecciones populares
y urbanas como las de abril y octubre de Bolivia del siglo XXI, en tantos y tantos
combates armados y semiarmados de los pueblos contra las dictaduras.
La guerra,
ese monstruo de matanzas, como lo señalara Mao Tse-tung,
será desterrada de la historia de los pueblos cuando el imperialismo deje de
existir, precisamente por la lucha y el combate de los pueblos del mundo, antes
que por sus contradicciones internas insalvables.
«LA LUCHA ARMADA
REVOLUCIONARIA ES EL APORTE MÁXIMO DE LOS PUEBLOS Y NACIONES OPRIMIDOS A LA CULTURA UNIVERSAL »
Chispa - r
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